viernes, 27 de mayo de 2011

Mi Esposa me recomendo salir con otra Mujer



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Después de varios años de matrimonio descubrí una nueva manera de mantener viva la chispa del amor. Había comenzado a salir con otra mujer, aunque debo reconocer que, en realidad, fue idea de mi esposa.
-Sabes que la amas - me dijo un día tomándome por sorpresa. La vida es muy corta, dedícale tiempo.
- Pero yo te amo a ti - contesté.
-Lo sé. Pero también la amas a ella.
La otra mujer a quien mi esposa quería que yo visitara, era mi madre, pero las exigencias de mi trabajo y mis hijos hacían que sólo lo hiciera ocasionalmente. Esa noche la llamé para invitarla a cenar y al cine.
-¿Qué te ocurre? ¿Estas bien? me preguntó.
Mi madre es el tipo de mujer que una llamada tarde en la noche o una invitación sorpresiva es indicio de malas noticias.
-Creí que sería agradable pasar algún tiempo contigo, le respondí. Los dos solos ¿qué opinas?
Reflexionó sobre ello un momento y respondió: Me gustaría muchísimo.
Ese viernes mientras conducía para recogerla después de mi trabajo me encontraba nervioso, pero a la vez muy feliz... Cuando llegué a su casa vi que ella también estaba muy emocionada. Me esperaba en la puerta con su viejo abrigo, se había rizado el cabello y usaba el vestido con el que celebró su último aniversario de bodas. Su rostro sonreía, irradiaba luz como un ángel.
-Les dije a mis amigas que iba a salir con mi hijo y se mostraron muy emocionadas, me comentó mientras subía a mi auto. -No podrán esperar a mañana para escuchar acerca de nuestra velada.
Fuimos a un restaurante no muy elegante, pero sí muy acogedor, mi madre se aferró a mi brazo como si fuera "La Primera Dama de la Nación". Cuando nos sentamos tuve que leerle el menú. Sus ojos sólo veían grandes figuras. Después de unos minutos, levanté la vista; mi madre sólo me miraba. Una sonrisa nostálgica se le delineaba en los labios.
-Era yo quien te leía el menú cuando eras pequeño ¿Recuerdas?
-Entonces es hora de que te relajes y me permitas devolverte el favor, respondí.
Durante la cena tuvimos una agradable conversación, nada extraordinario, sólo ponernos al día de nuestras cosas. Hablamos tanto que nos perdimos el cine. Saldré contigo otra vez, pero sólo si me dejas invitar, dijo mi madre, la besé y acepté la invitación.
-¿Cómo estuvo la cita? - quiso saber mi esposa cuando llegué aquella noche.
-Muy agradable, mucho más de lo que imaginé.
Días más tarde mi madre murió de un infarto. Al poco tiempo recibí un sobre del restaurante donde habíamos cenado mi madre y yo, la nota decía: “La cena está pagada por anticipado, estoy segura de no poder ir, pero igual pagué para ti y tu esposa, jamás podrás entender lo que aquella noche significó para mí. ¡Te amo!
En ese momento comprendí la importancia de decir a tiempo "TE AMO" y de darles a nuestros seres queridos el espacio que se merecen; nada en la vida será más importante que Dios y tu Familia, dales tiempo, porque ellos no pueden esperar. Si vive tu madre, disfrútala... si no... Recuérdala...
“Dios te puede perdonar, pero el Tiempo Nunca”

Una hora para mi hijo



Con voz tímida y unos ojos llenos de expectativas, el pequeño recibió a su padre cuando regresaba de su trabajo y le preguntó:
- Papa, ¿cuánto ganas por hora?
El Padre con gesto extraño le respondió: - Hijo esas cosas no se las digo, ni a tu madre, así que no me molestes que vengo muy cansado del trabajo.
Pero el niño insistió: - Pero papa, por favor dime, cuánto ganas por hora.
Para terminar con el asunto el padre respondió: - Gano aproximadamente cinco dólares por hora.
Sin inmutarse, el niño mirándole fijamente a los ojos le preguntó:
- Papa, ¿podrías prestarme dos dólares?
El hombre se cansó de la situación y con brusquedad le dijo: - ¿Por eso querías saber cuanto gano por hora, no?
Vete inmediatamente a la cama, hace rato que deberías estar durmiendo en lugar de estar aquí molestándome.
Un poco después, el padre reflexionó sobre lo que había ocurrido, se sentía mal y como faltaban pocos días para Navidad, pensó que quizás su hijo quería el dinero para comprar algún regalo … así que fue hasta el cuarto del pequeño y con una voz muy suave le preguntó:
- ¿Duermes hijo? - No papa respondió el pequeño.
- Escucha hijo, aquí tienes los dos dólares que me pediste. - ¡Gracias papa! dijo el niño y acto seguido metió sus manitas debajo de la almohada y sacó tres dólares más.
Entonces le dijo:
- ¡Papa ahora sí que estoy contento. Por fin tengo los cinco dólares que quería!
- ¿Para qué quieres esos cinco dólares?, dijo el hombre.
- El niño extendió los billetes hacia su padre y le preguntó: - Papa ¿Podrás ahora dedicarme una hora de tu vida?
¡¡¡Papa, mama, abramos los ojos de una vez!!!
Nuestros hijos necesitan de nosotros. No necesitan solamente amigos y que alguien supla sus necesidades económicas y les abrigo, ropa, libros, zapatos, juegos, etc.
Necesitan desesperadamente modelos de vida, modelos masculinos y femeninos para poder desarrollarse adecuada y equilibradamente.
Dedícales a tus hijos el tiempo que necesitan. La televisión y los videojuegos no podrán aportarles lo que puede brindarles pasar unos minutos al día junto a ti. Y no te excuses diciendo que no tienes tiempo, porque no estamos hablando de horas, sino de minutos al día, pero eso si, de minutos de calidad, minutos en los que puedas expresarles a través de cualquier actividad o de no hacer nada, que ellos son importantes, que tienen valor como personas, que les consideras y que les amas.
"Piensa una cosa, si tu no lo haces, fácilmente aparecerá alguien que estará dispuesto a hacerlo por ti"

viernes, 20 de mayo de 2011

Oración de un padre

Dame, Señor, un hijo que sea lo bastante fuerte para saber cuándo es débil, y lo bastante valiente para sobreponerse cuando tenga miedo;
que se muestre orgulloso y firme ante la derrota justa, y humilde y gentil en la victoria.
Dame un hijo cuyos deseos no tomen el lugar de las obras; un hijo que te conozca y que sepa que en Ti está la piedra angular del conocimiento.
No te pido que lo lleves por una vía fácil y llena de comodidades, sino por la que tenga el acicate de las dificultades y los desafíos. Que aprenda a plantarse firme en la tempestad y a ser compasivo con los que fracasan.

Dame un hijo que tenga el corazón limpio como el cristal y altitud de miras, y que tenga dominio de sí mismo antes de pretender dominar a otros; que avance hacia el futuro sin olvidar el pasado.

Por último, te pido que una vez que tenga todas esas características, le des también bastante sentido del humor, a fin de que siempre sea un hombre serio, pero jamás se tome a sí mismo con demasiada seriedad.

Te pido que le des humildad para que siempre tenga presente la verdadera grandeza de la sencillez, y que le des la mentalidad abierta de los que han adquirido verdadera sabiduría, y la debilidad que proporciona la auténtica fuerza.

Entonces podré afirmar en voz baja: “No he vivido en vano”

General Douglas MacArthur

martes, 3 de mayo de 2011

¡¡No te metas en mi vida!!

¡¡NO TE METAS EN MI VIDA!!
Hoy que estoy profundizando mis estudios teológicos en la Familia; sus valores, sus principios, sus riquezas, sus conflictos, recordaba una ocasión en que escuché a un joven gritarle a su Padre:
¡¡NO TE METAS EN MI VIDA!!
Ésta frase caló hondamente en mí, tanto, que frecuentemente la recuerdo y comento en mis conferencias para padres e hijos.
¿Si en vez de sacerdote, hubiese optado por ser padre de familia, qué le respondería a mi hijo, si él me hiciera esa pregunta?
Esta podría ser una respuesta:
¡¡Hijo, un momento, no soy yo el que me meto en tu vida, tu te has metido en la mía!!
Hace muchos años, gracias al profundo amor que mamá y yo nos tenemos, Dios permitió que llegaras a nuestras vidas y ocuparas todo nuestro tiempo. Antes de que nacieras, mamá se encontraba mal, no podía comer, y además debía guardar reposo, así que yo, tuve que encargarme de las tareas de la casa, además de mi trabajo.
Los últimos meses, antes de que llegaras a este mundo, mamá no podía dormir y tampoco me dejaba dormir a mí.
Antes de nacer los gastos aumentaron increíblemente, tanto que gran parte de nuestro salario se gastaba en ti, en el médico que atendía a mamá, en medicamentos y en comprarte lo mejor. Mamá quería cómprate todo lo que veía para bebes, las mejores prendas, y lo más lindo.
Y tu, me dices: ¿¿NO TE METAS EN MI VIDA??
Llegó el día en que naciste y compramos un recuerdo para regalar a todos aquellos que vinieran a conocerte.
Desde la primera noche no dormimos. Cada tres horas como si fueras un reloj nos despertabas para que te diéramos de comer, otras veces te sentías mal y llorabas todo el tiempo, sin que nosotros supiéramos que hacer, pues no sabíamos qué te sucedía y hasta llorábamos contigo.
Y tu, me dices: ¿¿NO TE METAS EN MI VIDA??
Comenzaste a dar los primeros pasos y tuvimos que estar detrás de ti todo el tiempo, ya no podíamos sentarnos tranquilos a leer el periódico, a ver una película, ni podía ver el partido de mi equipo favorito, porque para cuando menos lo esperaba, te perdías de mi vista y tenía que salir tras de ti para evitar que te lastimaras.
Y tu, me dices:
¿¿NO TE METAS EN MI VIDA??
Todavía recuerdo el primer día que fuiste a la escuela. Tuve que llamar al trabajo y decir que no podía ir, porque tuve que acompañarte al colegio y estar contigo. Tú no querías entrar, llorabas y me pedías que no me fuera, tuve que pedirle a la maestra que me dejara estar a tu lado, hasta que tomaras confianza.
A las pocas semanas ya no me pedías que no me fuera, y unos pocos días mas tarde, hasta te olvidabas de despedirte cuando bajabas del auto corriendo para encontrarte con tus amiguitos.
Y tu, me dices: ¿¿NO TE METAS EN MI VIDA??

Seguiste creciendo y nos pedías que te lleváramos al lugar en que te reunías con tus amigos, y que te dejáramos y te recogiéramos unas calles antes. Eras demasiado moderno y no se cuantas cosas más.
No querías llegar temprano a casa, te molestabas que te pusiéramos límites o reglas, no podíamos hacer comentarios acerca de tus amigos, sin que te volvieras contra nosotros, como si los conocieras a ellos de toda la vida y nosotros fuéramos unos "desconocidos" para ti.
Y tu, me dices:
¿¿NO TE METAS EN MI VIDA??
Cada vez sé menos de ti, y lo que sé, es a través de los demás, ya no quieres hablar conmigo, dices que siempre te estoy regañando. Todo lo que yo hago está mal y te burlas de mí.
Y yo me pregunto, ¿Cómo con tantos defectos he podido darte todo lo que tienes?
Mamá se queda despierta y no me deja dormir preguntándome si has llegado a casa, diciéndome que es muy tarde y que tu celular está desconectado, que ya son las 3:00 de la mañana y no has llegado.
Solo cuando te oye entrar en casa y cerrar la puerta de tu habitación, podemos dormir.
Y tu, me dices:
¿¿NO TE METAS EN MI VIDA??
Te aburre hablar con personas como nosotros, que no entienden el mundo de hoy, por eso sólo me buscas cuando hay que pagar algo, necesitas dinero para la universidad, o para tu diversión.
Y tu, me dices: ¿¿NO TE METAS EN MI VIDA??
¡¡Hijo, yo no me meto en tu vida… tu te has metido en la mía, y te aseguro que no me arrepiento de que lo hayas hecho y la hayas cambiado para siempre!!
Mientras esté vivo, me meteré en tu vida, para ayudarte, para formarte, para amarte y para hacer de ti una persona de bien.
Además si no lo hago yo, otros se meterán en tu vida y esa es una responsabilidad que me corresponde a mí.
¡¡ Sólo los padres que saben como meterse en la vida de sus hijos logran hacer de éstos, hombres y mujeres que triunfen en la vida y sean capaces de amar y ser amados!!
“La paternidad no es un capricho o un accidente, es un don de Dios, que nace del Amor”

El Puerperio y el encuentro con tu propia sombra

Inicio esta entrada, principalmente, pensando en mujeres que tienen hijos de hasta unos dos años, las que siguen con lactancia materna prolongada, las que han tenido un bebé recientemente o las que estén pensando en tener uno. También me encantaría que la leyeran las parejas o maridos para que intenten ponerse en su lugar y entender las reacciones y las necesidades de la mujer en una época tan importante para ellas (también para el bebé, obviamente, pero hoy me centraré más en la madre).

No sé si os resultará familiar la siguiente situación: en la tranquilidad de la noche, tu bebé se agita, gira su cabeza olfateando y buscando el pecho. Toma un poco de leche y se duerme de nuevo. Quizás tú no te duermes inmediatamente, aunque tampoco estás totalmente despierta, se podría decir que te encuentras en un estado intermedio. Tu mente se pasea por situaciones o pensamientos del día anterior. Notas una lucidez especial, puedes captar con mucha claridad detalles sobre la gente, sus actitudes y sus intenciones. Recuerdas alguna frase que te ha dicho tu padre o tu madre. No sabes por qué, pero no se te va de la cabeza, como el picor de un picotazo de mosquito que vuelve una y otra vez.

En la oscuridad de tu habitación, mientras tu bebé y tu pareja duermen, tú sigues dándole vueltas a eso que te ha dicho tu madre y te ha hecho sentir un escalofrío desagradable, aunque no has dicho nada. Ha podido ser un reproche o una recriminación sobre la manera de cuidar a tu bebé y te ha hecho sentir un pellizco en el estómago. Ahora, ya de noche, te das cuenta de que no es la primera vez que sientes eso. Recuerdas alguna discusión con tu pareja o con una pareja anterior, y también te vienen escenas de la adolescencia. Te van llegando sucesivamente y sin estar haciendo ningún esfuerzo por recordar, simplemente se presentan. Algo deben tener en común para que acudan en una sucesión tan vertiginosa… el reproche, el pellizco del estómago, el quedarte callada. Todo se repite en las distintas escenas.

De pronto, desde lo más profundo, te viene un recuerdo mucho más antiguo. Algo de lo que no te acordabas, pero que aflora en esos momentos. Siendo muy pequeña, ya se te encogía el estómago cuando tu madre te gritaba o te pegaba cuando algo se te caía al suelo sin querer, quizás la escuchas decir “qué torpe eres” y, más adelante, “no serás nada en la vida, mira cómo lo hago yo”. No decías nada. Por otro lado, es tu madre y te dice que te quiere, pero algo no encaja en ti y te quedas con ese pellizco. No puedes explicarte, no puedes defenderte.

En ese estado especial de conciencia, tu mente va saltando del presente al pasado y viceversa. Te das cuenta de actitudes que has ido repitiendo a lo largo de tu vida, cosas que no te gustaban, pero que pensabas que formaban parte de ti. Ahora ves que quizás no es la genética la que te ha hecho así, sino que era una manera de reaccionar ante una situación que no podías manejar y que ese patrón de conducta se ha quedado grabado en tu interior.

Como diría Laura Gutman, has tenido un “encuentro con tu propia sombra”. Has podido entrar en ese cuarto oscuro y sacar una parte tuya que habías relegado allí cuando eras muy pequeña.

El puerperio es una maravillosa oportunidad para abrir esa puerta al inconsciente, asomarte dentro y acceder a partes de nuestra sombra que se escindieron cuando no podíamos entender ni asumir la situación que estábamos viviendo.

Cuando éramos niñas y ahora de adultas, para poder sobrevivir, nos quedamos solamente con la imagen idílica de la madre que nos dice que me quiere, que me prepara la comida y que me ayuda a vestirme, y mando a la sombra la parte oscura de ella, la que no me entiende ni sabe cómo me siento, la que fuerza a que me comporte como una adulta cuando soy niña, que me comporte como una niña cuando soy adulta, la que proyecta sobre mí sus propias frustraciones no resueltas. Al hacer esto, borramos el acceso directo a esos recuerdos (aunque los recuerdos no se olvidan), pero la lucha interior y los patrones de comportamiento siguen presentes en nuestra vida adulta.

Llegado a este punto, y en tu estado de lucidez puerperal, tienes dos opciones.

Puedes dormirte y despertar al día siguiente con la sensación de haber tenido una intuición importante, pero que se ha ido, como pasa cuando sabes que has soñado algo y no lo recuerdas.

Si lo dejas pasar, ese patrón de conducta seguirá presente y continuarás reaccionando igual que la niña ante determinadas situaciones.

O bien, puedes seguir la segunda opción, aprovechar ese estado especial del puerperio en el que te hallas y prestar atención a esos encuentros con tu sombra. Hay algo en tu interior que sabe que esos patrones te hacen daño, que no quieres seguir repitiendo los mismos esquemas que la niña tuvo que adoptar.

Si quieres realmente convertirte en una mujer adulta e independiente, en madre libre y plenamente consciente, en contacto directo con tu intuición, ÉSTE es el momento.

Retornemos a la escena de la cama.

Si escogiste la segunda opción, cuando se den estas situaciones de claridad mental, podrás conectar con esa niña, acompañarla, escuchar lo que realmente siente con respecto a la actitud de su madre. Podrás dejar que se exprese, que libere ese pellizco que tiene en el estómago y le diga a su madre (a tu madre) lo que piensa de verdad.

Si haces esto con convicción y valentía, podrás empezar a cambiar también actitudes y respuestas de tu presente. Cada vez que te enfrentes a situaciones que antes te afectaban, recordarás a la niña liberada y reaccionarás de forma diferente. No vas a dejar que el pasado siga afectándote. Ya no eres hija, ahora eres madre.

El embarazo y los primeros dos años con tu hijo/a constituyen un momento único, no lo desaproveches. Busca ayuda si la necesitas y sientes que no lo puedes hacer por ti misma. Todas esas intuiciones y recuerdos que te vienen en el puerperio son mensajes de tu inconsciente que está pidiendo que cambies ciertas actitudes en tu vida.

Con sana envidia por tu condición de mujer y puérpera, te digo: ánimo y ADELANTE !!!.