lunes, 8 de agosto de 2011

Sentencia de Divorcio



 Pareja y Familia  
-Señor Juez, yo creo que es cierto. Así que voy a aceptar la sentencia de divorcio sin ninguna obligación de parte de mi marido hacia mí. Después de todo, yo podría haber sido una mujer profesional e independiente.
-¿Y por qué usted no se convirtió en una mujer profesional e independiente? ¿Hay alguna razón que se lo impidiera? Le preguntó el juez.
-Realmente, Señor Juez, no había ninguna, fueron decisiones tomadas por mí voluntariamente.
-¿Puede ser más explícita y enumerarme las razones que alega?
-Bueno, cuando me casé, yo acababa de graduarme de la secundaria. Mi intención había sido estudiar enfermería, pero no había dinero para pagar los gastos de dos personas estudiando, así que yo le dije a mi esposo que estudiara él y que luego lo haría yo.
-Bien, ¿y qué pasó cuando él se graduó de ingeniero, por qué no estudió usted entonces?
-Pues verá, él me pidió que tuviéramos un hijo, ya que llevábamos cinco años casados y yo accedí a sus deseos.
-¿Y qué pasó después?
-El niño nació, pero mi esposo no quería que lo cuidaran personas extrañas y yo entendí que él tenia razón, pero que con lo que él ganaba no podíamos pagar a otra persona. Así que decidí quedarme en la casa con nuestro hijo.
-¿Y qué sucedió luego, cuando el niño creció, por qué no fue a estudiar?
-Para ese entonces teníamos dos hijos más.
 -¿Dos más?
-Si, porque después de que tuvimos el primer hijo, mi esposo me pidió tener otro hijo, así que tuvimos el segundo tres años después, pero era otro varón...
-¿Y qué tiene eso que ver?
-No, no había ningún problema, estábamos muy felices, pero mi esposo me dijo que para que la felicidad fuera completa, debíamos tratar de tener una niña...
-¿Y entonces por qué no estudió cuando ella creció?
-Porque no había quién pudiera llevar al mayor a las prácticas de deporte, ni a la escuela, pues el autobús los dejaba muy lejos de la casa.
Así que pensando en su seguridad, mi esposo y yo decidimos que yo les llevaría a la escuela y les recogería.
Mi rutina diaria era: dejar al mayor en su colegio, llevar al segundo a la escuela primaria y regresar a casa con la niña para hacer todas las tareas del hogar y preparar todo para la tarde.Después, tenía que ir a recogerlos y dejar al mayor en las prácticas de deporte, mientras llevaba a la niña a clases de ballet.
-¿Entonces, siguió usted retrasando su educación?
-Sí, Señor Juez, pero lo hice de propia voluntad.
-Y cuando sus tres hijos ya no dependieron más de usted, ¿Por qué no regresó a la Universidad?
-En aquel tiempo la madre de mi esposo había enviudado, se enfermó y necesitaba de alguien que la cuidara, así que hablamos del asunto y llegamos a la conclusión que no la íbamos a poner en un hogar de ancianos, sino que la traeríamos a vivir con nosotros.
-¿Y cuánto duró esta etapa?  -Bueno, unos seis años. Ella tenía Alzheimer y como la cuidábamos con tanto cariño, ella vivió más que si la hubiéramos puesto en un asilo.
Aunque un día, después de regresar del paseo que todas las mañanas dábamos por el parque, ella murió.
-¿Y durante todos estos años, había alguien que le ayudara con los niños y su suegra?
-¿Ayudarme...? ¿A qué?
-Pues a limpiar la casa, cocinar… las labores normales de cualquier hogar.
-No, aunque mi esposo ganaba muy buen sueldo, con tres hijos que criar, los gastos de la educación, los gastos de la medicación de su madre y todo, no había suficiente dinero.
Yo trataba de ahorrar, pero claro...
-¿Usted ahorraba...?
-Sí, de alguna manera trataba de reducir los gastos al mínimo, así que en lugar de llevar la ropa de mi esposo y la de mis hijos a la lavandería, la lavaba y planchaba yo en casa.
También yo misma arreglaba el jardín, aunque me costaba mucho, por los problemas de columna, pero siempre hice todo lo que pude para que nuestro jardín estuviera arreglado y hermoso.
-¿Y quién cocinaba, usted?
-Por supuesto, mi esposo odiaba la comida de los restaurantes. Como él tenía que almorzar fuera con sus clientes tantas veces, decía que nada como la comida que yo le preparaba.
-¿Y usted iba a esas comidas con su esposo?
-No, no tenía tiempo... precisamente, fue en una de esas comidas que conoció a Sofía.
-¿Sofía? ¿Quién es Sofía?  Su novia, la joven con quien se va a casar cuando arreglemos lo del divorcio.
-¿Y cómo sabe usted que se va a casar con ella?
-Porque me encontré con ellos en casa de unos amigos comunes el día que estaban dando la noticia de su compromiso.
El Juez se quedó mirando a la mujer y al ex esposo. Se levantó, tomó la carpeta con todos los datos y se retiró. Todos se quedaron mirándose, mientras se sentaban a esperar que el Juez regresara.
Al cabo de unos minutos el Juez entró en la sala, se sentó, abrió una de sus carpetas y dijo:
-Señores he revisado cuidadosamente esta demanda. Y he llegado a las siguientes conclusiones:
El divorcio se le adjudica con fecha efectiva a partir de hoy.
Y su esposo “NO” tiene que pasarle ningún tipo de manutención.
Al oír estas dos decisiones, el abogado y el ex esposo se miraron sonrientes.
Pero el Juez, continuó diciendo:
-La declaro a usted señora, única dueña de la casa, del Mercedes Benz  propiedad de su ex esposo, de la cuenta de ahorros, así como la beneficiaria absoluta de los seguros de vida y planes de retiro de su ex esposo. Además él tiene la obligación de seguir pagando su seguro médico hasta que usted muera.
-Mi decisión se basa en la consideración de que: Sumando los sueldos que usted merece como ama de casa al realizar todas las tareas ya mencionadas y también por todos los cuidados dados a su esposo, hijos y suegra, mi decisión es apenas una retribución parcial de salarios retenidos por los veintiséis años de servicios ininterrumpidos que usted ha prestado.
Como hay que ser objetivos, sabemos que su esposo no podrá cumplir con esta deuda, pero entendemos que pague lo que pague, si bien no será nunca suficiente, por lo menos, será relativamente justo.
Además si usted decide regresar a la universidad a estudiar la carrera que escoja, él pagará por sus gastos de educación, transporte y libros.
“El Señor te exaltará ante los hombres, cuando te pongas a Su disposición con humildad y obediencia” 
Caso de la vida real. Enero /2003 - Corte de la familia Sydney, Australia

El cuaderno rojo



 Pareja y Familia | 100 lecturas
El cartero le entregó el telegrama y mientras Roberto le daba las gracias y empezaba a leerlo, no podía evitar que su cara mostrara una expresión de sorpresa más que de dolor.
Eran unas palabras breves y precisas: “Tu padre falleció. Lo sepultaremos mañana a las 18 horas. Mamá”
Roberto se quedó como estaba, de pie y mirando al vacío.
No sintió dolor, ni derramó ninguna lágrima, era como si hubiera muerto un extraño.
¿Por qué no sentía nada por la muerte de su padre?
Con un torbellino de pensamientos confusos en su mente, avisó a su esposa y emprendió viaje hacia la casa de sus padres. Mientras viajaba en silencio sus pensamientos pasaban por su mente a toda velocidad.
No tenía deseos de ir al funeral, sólo lo hacía para acompañar a su madre y tratar de aliviar su tristeza.
Ella sabía que padre e hijo no se llevaban bien, desde aquel día de lluvia en que una serie de acusaciones mutuas, obligó a Roberto a irse para no volver nunca más.
Pasaron los años y Roberto vivía cómodamente. Se había casado y formado una familia, pero sólo se acordaba de su madre para su cumpleaños o alguna festividad.
A su padre sin embrago lo había borrado de su mente. Desde aquel fatídico día jamás lo vio ni habló con él. Jamás pudo superar el odio que sentía hacia él. 
En el velatorio se encontró con pocas personas. En un rincón del salón vio a su madre pálida, débil. Se notaba que había sufrido mucho. Tal vez porque siempre deseó que las cosas terminaran de otra manera.
Cuando vio a su hijo, lo abrazó mientras lloraba silenciosamente, fue como si de pronto hubiera perdido toda esperanza.
Después, Roberto vio el cuerpo sereno de su padre. Estaba envuelto por un manto de rosas rojas, como las que al padre le gustaba cultivar. Pero de los ojos de Roberto no cayó una sola lágrima, su corazón herido no se lo permitía.
Se quedó con su madre hasta la noche, la besó y le prometió que regresaría con sus hijos y su esposa para que los conociera.
Ahora, por fin podría volver a su casa, porque aquella persona que tanto había odiado, ya no estaba en este mundo. Era el fin de la humillación, de las críticas, de los consejos ácidos de un sabelotodo. Por fin podría reinar esa paz que siempre quiso experimentar.

En el momento de la despedida la madre le colocó algo pequeño y rectangular en la mano
-Hace mucho tiempo podrías haberlo recibido, le dijo. Pero, sólo después de que él murió lo encontré entre sus cosas más importantes.
Roberto no le dio mucha importancia y emprendió el viaje de regreso. Unos minutos después de haber comenzado el viaje, se acordó y quiso averiguar de qué se trataba lo que le había entregado su madre.
Después de desenvolverlo con cuidado vio un pequeño cuaderno de tapa roja.
Era un libro viejo y sus páginas habían quedado amarillentas por el paso de los años y al abrirlo pudo leer en su primera página algo que había escrito su padre:
• Hoy nació Roberto, pesó casi cuatro kilos. ¡Es mi primer hijo, estoy muy feliz y mi corazón salta de alegría!
El relato continuó apasionando a Roberto, que con un nudo en la garganta, seguía leyendo:
• Hoy, mi hijo fue por primera vez a la escuela. Es todo un hombrecito. Cuando lo vi con el uniforme, me emocioné tanto que no pude contener las lágrimas. Le pido a Dios que lo guarde y le de sabiduría para ser un hombre de bien.
La emoción de Roberto iba en aumento y el dolor de su corazón cada vez era más intenso, mientras por su mente comenzaban a resurgir imágenes del pasado.
• Roberto me pidió una bicicleta, mi salario no es suficiente, pero él se la merece porque es muy estudioso y dedicado.
• Así que pedí un préstamo y se la compré. Espero poder pagarlo con las horas extras.
• La vida de mi hijo será diferente a la mía, yo no pude estudiar. Desde niño me vi obligado a ayudar a mi padre, pero deseo con todo mi corazón que mi hijo no sufra ni padezca situaciones como las que yo viví.
Roberto no podía creer lo que estaba leyendo, era como si un mar de dolor inundara su conciencia. Vinieron a su mente los recuerdos de su adolescencia, como se quejaba a su padre por no tener bicicleta como sus amigos… y continuó leyendo.
• Es muy duro para un padre tener que castigar a su hijo, sé que me odiará por esto, pero es la forma en que creo debo educarlo para su propio bien.
• Fue así como aprendí a ser un hombre honrado y esa es la única forma en que soy capaz de educarlo.
Roberto cerró los ojos y recordó la noche cuando por causa de una fiesta en su juventud hubiera podido ir a la cárcel. De hecho todos sus amigos pasaron la noche allí. Sólo lo evitó, el que su padre, precisamente esa noche, no le permitió ir al baile con sus amigos.
También recordó otra oportunidad en la que no le concedió permiso para salir. Esa vez el auto en el que debía haber estado, chocó y quedó totalmente destrozado contra un árbol. Le parecía casi oír las sirenas y el llanto de toda la ciudad mientras sus cuatro amigos eran llevados al cementerio.
Las páginas se sucedían con todo tipo de anotaciones, llenas de respuestas que revelaban en silencio, la tristeza de un padre que lo había amado tanto.
Por fin llegó a la última página y leyó:
Son las tres de la mañana, ¿Dios, qué hice mal para que mi hijo me odie tanto?
¿Por qué soy considerado culpable, si no hice nada de malo, solo intenté educarlo para que fuera un hombre de bien?
Mi Dios, no permitas que esta injusticia me atormente para siempre.
Te pido perdón si no he sido el padre que él merecía tener y deseo de todo corazón que me comprenda y me perdone.
Estas fueron las últimas palabras de un hombre que, aunque nadie le había enseñado, a su manera intentó ser el mejor padre.
El mundo quizás podía verle como demasiado duro o intransigente, pero en lo más íntimo de su ser había un hombre tierno y lleno del amor de Dios, que nunca supo como expresarlo ni a su propia familia.
La aurora rompía el cielo y un nuevo día comenzaba, Roberto cerró el cuaderno, se bajó en la primera estación y regresó de nuevo hacia donde habían vivido sus padres.
Regresó quizás deseoso de que todo hubiera sido un mal sueño, de poder encontrar a su padre con vida y pedirle perdón por todo el mal que le hizo, pero no...
Gritó frente a su tumba, hubiera querido poder abrazarlo, pero solo encontró un profundo silencio.
Destrozado, fue a ver a su madre. Antes de entrar en la casa vio una rosa roja en el jardín; acarició sus pétalos y recordó como su padre las cuidaba con tanto amor. Esta fue la manera de encontrar paz en su corazón, ya que mientras acariciaba esa rosa, sintió como si acariciara las manos de su padre y descargara su dolor para siempre. Calmado ya, con voz suave se dirigió a su padre muerto: “Si Dios me mandara a elegir, no quisiera tener otro padre que no fueras tú. Gracias por tanto amor y perdóname por haber sido tan ciego”
Esta lección le hizo reflexionar, ya que él también era padre y se dio cuenta de que no estaba dando lo mejor de si, ya que las ocupaciones, los problemas y el stress, habían creado un silencio entre él y sus hijos.
A partir de ahora, decidió que su vida cambiaría radicalmente y que se compraría un cuaderno de tapa roja para poder anotar cada una de las historias que a partir de ese momento sucedieran en su familia.
“La adolescencia y la juventud son los únicos problemas que sólo se solucionan con el tiempo”

martes, 5 de julio de 2011

La necesidad de un padre


Un conocido me escribió hace algunos años una carta en la que me contaba ciertas experiencias que había vivido cuando era un jovencito. 
Desde niño hasta mi adolescencia, fui una persona muy rebelde. No obstante, cuando mi padre empezó a pasar más tiempo conmigo, experimenté una impresionante transformación.                           
Mi padre se iba a trabajar al medio día y regresaba por la noche muy tarde. Cuando yo me levantaba él estaba durmiendo, y cuando yo llegaba del colegio, él ya se había ido a trabajar. Casi nunca lo veía, a excepción de unas pocas horas los fines de semana.
En aquellos años me metí en muchos problemas. Robaba dinero para mis caprichos y en el colegio me iba muy mal.  A los catorce años me detuvieron por robar en un comercio y me enviaron a un correccional. La primera reacción de mi padre fue de enfado, pero después se dio cuenta de que la culpa había sido suya por no haber desempeñado mejor su papel de padre.

Cambió de trabajo para poder pasar más tiempo conmigo, de manera que cuando llegaba del colegio, él ya estaba en casa. Pasábamos mucho tiempo juntos, empezó a interesarse por mi rendimiento escolar, a ayudarme con mis tareas y en lugar de irse a pasar el tiempo en algún sucio salón de billar con sus amigos, me llevaba a un centro recreativo donde practicabamos varios tipos de deportes.

Mi vida cambió gracias a que mi padre me expresó su amor y comprensión. En el colegio mis notas mejoraron tanto que llegué a estar en el cuadro de honor. Hice nuevos amigos, chicos estudiosos y respetuosos que no se metían en líos.

Ahora me doy cuenta que aunque exteriormente me mostraba duro, interiormente necesitaba y anhelaba amor, atención y compañía. La clave, fue el amor que mi padre supo expresarme, pasando tiempo conmigo.

Todos los niños necesitan un padre o al menos una figura paternal de alguien que les transmite admiración, cariño, ternura, valor, alguien que tiene fe en ellos, que disfruta de su compañía y que tienes ganas de estar con ellos. En realidad todos necesitamos ser comprendidos, tener a alguien que se pongan en nuestro lugar, que se interese por nosotros cuando nos sentimos decepcionados, que nos sostenga cuando perdemos la esperanza y que esté a nuestro lado para celebrar las alegrías y los logros alcanzados.

¿Reciben tus hijos ese amor? Muchas veces quizas no sepas que hacer con ellos, porque todo lo que digas les entrará por un oido y les sale por el otro. Puedes aconsejarles de mil maneras y decirles las consecuencias que pueden tener por llevar una vida desordenada. Puedes decirles todo lo que quieras, que por bueno y acertado que sea, si tus palabras no estan revestidas de amor, paciencia, afecto, ternura y cariño, de nada servirán.

«Porque no se trata de decir lo correcto, sino de ser correctos... no se trata de explicar, sino de vivir... no se trata de enseñar o informar, sino de lo que les transmitimos a traves de nuestras actitudes, reacciones, conducta... que es en definitiva lo que ellos captan a pesar de nuestras palabras»

miércoles, 22 de junio de 2011

Desde la voz del recién nacido


Hoy las mujeres trabajamos a la par de los hombres, hecho que vivimos 
con orgullo y satisfacción. Además ninguna mujer está dispuesta a volver 
al pasado de sometimiento económico, religioso o moral. Nos sentimos libres
al gozar por fin de la autonomía largamente merecida. Luego nos felicitamos
mutuamente por la victoria de las libertades individuales. Hasta ahí estamos 
todos de acuerdo.

Quien posiblemente no esté tan de acuerdo sea el bebe recién nacido. 

Porque como mamífero humano, nació “sin terminar”. Es decir, va a necesitar 
nueve meses de “embarazo extrauterino” para completar los nueve meses de 
“embarazo intrauterino”, esperando encontrar la misma calidad de 
confort, placer, movimientos, alimento, olores, mirada y presencia que 
experimentó en el vientre de su madre. Este torrente de experiencias 
agradables podrá recibirlas dentro de un entorno femenino, o más precisamente, 
dentro de un entorno maternante.

Los bebes recién nacidos no fueron invitados a la fiesta de los tiempos modernos.

No tienen voz ni voto en estas decisiones. Y las personas grandes no nos
tomamos el trabajo de averiguar qué es lo que ellos -en su especificidad 
de niños muy pequeños- necesitan: básicamente seguir navegando en la
 sutileza de la energía materna. Pero hay algo más que permanece oculto 
en el pensamiento colectivo: la espontánea e íntima escucha de la madre
al llamado del recién nacido y la intransferible conexión que cada mujer 
siente respecto al propio hijo.

Para permitirnos reconocer que la necesidad de permanecer juntos también

es nuestra, las mujeres deberíamos sentirnos cuidadas, atendidas, apoyadas
y sostenidas. Libertad no es depender de los propios recursos para subsistir.
Libertad no es trabajar dobles o triples jornadas. No somos libres cuando 
somos expulsadas al mundo del trabajo viéndonos obligadas a abandonar a la cría.
Eso es lo que nos han hecho creer -y hemos aceptado como cierto- engañadas
con la zanahoria de la modernidad. En realidad, sólo somos libres cuando nos 
otorgamos las posibilidades de vivir a fondo cada etapa de la vida. Y el primer
período de la maternidad es una muy especial. Además dura poco tiempo.


Laura Gutman.

lunes, 13 de junio de 2011

50 maneras de amar a tu pareja


1. Primero ámese cada uno a sí mismo.
2. Empiecen el día abrazándose.
3. Desayunen en la cama.
4. Díganse te amo cada vez que se separen.
5. Elógiense en forma espontánea y sincera.
6. Reconozcan y festejen sus diferencias.
7. Vivan cada día como si fuera el último.
8. Escríbanse cartas de amor inesperadas.
9. Planten una semilla juntos y cuídenla hasta su madurez.
10. Salgan juntos una vez por semana.
11. Envíe flores sin razón alguna.
12. Acepte y âme a los imagos y la familia del otro.
13. Escríbanse notas que digan te amo y colóquenlas por toda la casa.
14. Deténganse e inhalen el aroma de las rosas.
15. Bésense sorpresivamente.
16. Disfruten hermosas puestas de sol juntos.
17. Sean sinceros al disculparse.
18. Sean indulgentes.
19. Recuerden el día en que se enamoraron, y reconstrúyanlo.
20. Tómense de las manos.
21. Díganse te amo con los ojos.
22. Permita que ella llore en sus brazos.
23. Exprésele que lo comprende.
24. Brinden por su amor y compromiso.
25. Hagan algo que los anime.
26. Permítale que ello lo dirija cuando esté perdido.
27. Ríanse de sus chistes.
28. Aprecien su belleza interior.
29. Hagan las tareas de la otra persona por un día.
30. Alienten sueños maravillosos.
31. Exprésense muestras de afecto en público.
32. Dense masajes amorosos sin restricciones.
33. Escriban un  diario de su amor y registren momentos especiales.
34. Tranquilice los temores del otro.
35. Caminen descalzos juntos por la playa.
36. pídale a ella que se case de nuevo con usted.
37. Responda con un sí.
38. Respétense el uno al otro.
39. Sea el mayor admirador de us pareja.
40. Dé el amor que su pareja desea recibir.
41. Dé el amor que usted desea recibir.
42. Muestre interés en el trabajo del otro.
43. Trabajen juntos en un proyecto.
44. Constrúyanse una fortaleza con mantas.
45. Colúmpiense tan alto como puedan en un columpio a la luz de la luna.
46. Hagan un día de campo dentro de casa en un día lluvioso.
47. Nunca se acuesten enojados.
48. Ponga a su pareja primero en sus oraciones.
49. Dense un beso de buenas noches.
50. Duerman  muy juntos.
1 Corintios 13: 4-8
“El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad.  Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.  El amor nunca deja de ser.

No Me Idealices



No me idealices, lo hiciste y cuando me equivoque me desechaste, no veas en mi lo primero que te cause placer, no te derritas con mi sonrisa, con mi forma de ser, ámame con mis enojos y mis defectos que con eso te darás cuenta si en realidad me amas, no veas una princesa en mi, si cuando diga una palabra fea veras una bruja…
No veas a una linda manzana en la copa del árbol, porque no sabes si al comerla abra dentro un gusano…
no me idealices, porque luego te desilusionaras.
No creas mis mentiras verdad, porque cuando diga una verdad creerás que son mentiras, yo se que te decepcionarías si quisiera mostrar una emoción que no quieras saber, soy una mujer que ha salido de su niñez y todavía me queda esa esencia, no me veas como esa mujer experta, por que en cualquier momento saldrá esa niña escondida y todo se irá al piso, suelo ser una persona idealista pero cuando veo la realidad la acepto como es, por que yo tome una decisión, voto lo ideal y recojo la realidad.
No me compares con una linda flor con colores desconocidos, porque algún día esa flor se marchitara y me cortaras porque ya no satisfago tu linda mirada, yo me mido del corazón al infinito, conoce tu mismo a esta mujer que busca a alguien con quien hablar, compartir todo lo que ha aprendido en soledad, soy mujer, que no es necesario tratar de comprenderme si no que quererme.
No me veas como una linda estrella fugaz, por que como su nombre me dejaras, no quiero existir en tu imaginación por que luego me castigaras con tu indiferencia, soy para quererme no para entenderme soy mujer.

viernes, 27 de mayo de 2011

Mi Esposa me recomendo salir con otra Mujer



as
Después de varios años de matrimonio descubrí una nueva manera de mantener viva la chispa del amor. Había comenzado a salir con otra mujer, aunque debo reconocer que, en realidad, fue idea de mi esposa.
-Sabes que la amas - me dijo un día tomándome por sorpresa. La vida es muy corta, dedícale tiempo.
- Pero yo te amo a ti - contesté.
-Lo sé. Pero también la amas a ella.
La otra mujer a quien mi esposa quería que yo visitara, era mi madre, pero las exigencias de mi trabajo y mis hijos hacían que sólo lo hiciera ocasionalmente. Esa noche la llamé para invitarla a cenar y al cine.
-¿Qué te ocurre? ¿Estas bien? me preguntó.
Mi madre es el tipo de mujer que una llamada tarde en la noche o una invitación sorpresiva es indicio de malas noticias.
-Creí que sería agradable pasar algún tiempo contigo, le respondí. Los dos solos ¿qué opinas?
Reflexionó sobre ello un momento y respondió: Me gustaría muchísimo.
Ese viernes mientras conducía para recogerla después de mi trabajo me encontraba nervioso, pero a la vez muy feliz... Cuando llegué a su casa vi que ella también estaba muy emocionada. Me esperaba en la puerta con su viejo abrigo, se había rizado el cabello y usaba el vestido con el que celebró su último aniversario de bodas. Su rostro sonreía, irradiaba luz como un ángel.
-Les dije a mis amigas que iba a salir con mi hijo y se mostraron muy emocionadas, me comentó mientras subía a mi auto. -No podrán esperar a mañana para escuchar acerca de nuestra velada.
Fuimos a un restaurante no muy elegante, pero sí muy acogedor, mi madre se aferró a mi brazo como si fuera "La Primera Dama de la Nación". Cuando nos sentamos tuve que leerle el menú. Sus ojos sólo veían grandes figuras. Después de unos minutos, levanté la vista; mi madre sólo me miraba. Una sonrisa nostálgica se le delineaba en los labios.
-Era yo quien te leía el menú cuando eras pequeño ¿Recuerdas?
-Entonces es hora de que te relajes y me permitas devolverte el favor, respondí.
Durante la cena tuvimos una agradable conversación, nada extraordinario, sólo ponernos al día de nuestras cosas. Hablamos tanto que nos perdimos el cine. Saldré contigo otra vez, pero sólo si me dejas invitar, dijo mi madre, la besé y acepté la invitación.
-¿Cómo estuvo la cita? - quiso saber mi esposa cuando llegué aquella noche.
-Muy agradable, mucho más de lo que imaginé.
Días más tarde mi madre murió de un infarto. Al poco tiempo recibí un sobre del restaurante donde habíamos cenado mi madre y yo, la nota decía: “La cena está pagada por anticipado, estoy segura de no poder ir, pero igual pagué para ti y tu esposa, jamás podrás entender lo que aquella noche significó para mí. ¡Te amo!
En ese momento comprendí la importancia de decir a tiempo "TE AMO" y de darles a nuestros seres queridos el espacio que se merecen; nada en la vida será más importante que Dios y tu Familia, dales tiempo, porque ellos no pueden esperar. Si vive tu madre, disfrútala... si no... Recuérdala...
“Dios te puede perdonar, pero el Tiempo Nunca”

Una hora para mi hijo



Con voz tímida y unos ojos llenos de expectativas, el pequeño recibió a su padre cuando regresaba de su trabajo y le preguntó:
- Papa, ¿cuánto ganas por hora?
El Padre con gesto extraño le respondió: - Hijo esas cosas no se las digo, ni a tu madre, así que no me molestes que vengo muy cansado del trabajo.
Pero el niño insistió: - Pero papa, por favor dime, cuánto ganas por hora.
Para terminar con el asunto el padre respondió: - Gano aproximadamente cinco dólares por hora.
Sin inmutarse, el niño mirándole fijamente a los ojos le preguntó:
- Papa, ¿podrías prestarme dos dólares?
El hombre se cansó de la situación y con brusquedad le dijo: - ¿Por eso querías saber cuanto gano por hora, no?
Vete inmediatamente a la cama, hace rato que deberías estar durmiendo en lugar de estar aquí molestándome.
Un poco después, el padre reflexionó sobre lo que había ocurrido, se sentía mal y como faltaban pocos días para Navidad, pensó que quizás su hijo quería el dinero para comprar algún regalo … así que fue hasta el cuarto del pequeño y con una voz muy suave le preguntó:
- ¿Duermes hijo? - No papa respondió el pequeño.
- Escucha hijo, aquí tienes los dos dólares que me pediste. - ¡Gracias papa! dijo el niño y acto seguido metió sus manitas debajo de la almohada y sacó tres dólares más.
Entonces le dijo:
- ¡Papa ahora sí que estoy contento. Por fin tengo los cinco dólares que quería!
- ¿Para qué quieres esos cinco dólares?, dijo el hombre.
- El niño extendió los billetes hacia su padre y le preguntó: - Papa ¿Podrás ahora dedicarme una hora de tu vida?
¡¡¡Papa, mama, abramos los ojos de una vez!!!
Nuestros hijos necesitan de nosotros. No necesitan solamente amigos y que alguien supla sus necesidades económicas y les abrigo, ropa, libros, zapatos, juegos, etc.
Necesitan desesperadamente modelos de vida, modelos masculinos y femeninos para poder desarrollarse adecuada y equilibradamente.
Dedícales a tus hijos el tiempo que necesitan. La televisión y los videojuegos no podrán aportarles lo que puede brindarles pasar unos minutos al día junto a ti. Y no te excuses diciendo que no tienes tiempo, porque no estamos hablando de horas, sino de minutos al día, pero eso si, de minutos de calidad, minutos en los que puedas expresarles a través de cualquier actividad o de no hacer nada, que ellos son importantes, que tienen valor como personas, que les consideras y que les amas.
"Piensa una cosa, si tu no lo haces, fácilmente aparecerá alguien que estará dispuesto a hacerlo por ti"

viernes, 20 de mayo de 2011

Oración de un padre

Dame, Señor, un hijo que sea lo bastante fuerte para saber cuándo es débil, y lo bastante valiente para sobreponerse cuando tenga miedo;
que se muestre orgulloso y firme ante la derrota justa, y humilde y gentil en la victoria.
Dame un hijo cuyos deseos no tomen el lugar de las obras; un hijo que te conozca y que sepa que en Ti está la piedra angular del conocimiento.
No te pido que lo lleves por una vía fácil y llena de comodidades, sino por la que tenga el acicate de las dificultades y los desafíos. Que aprenda a plantarse firme en la tempestad y a ser compasivo con los que fracasan.

Dame un hijo que tenga el corazón limpio como el cristal y altitud de miras, y que tenga dominio de sí mismo antes de pretender dominar a otros; que avance hacia el futuro sin olvidar el pasado.

Por último, te pido que una vez que tenga todas esas características, le des también bastante sentido del humor, a fin de que siempre sea un hombre serio, pero jamás se tome a sí mismo con demasiada seriedad.

Te pido que le des humildad para que siempre tenga presente la verdadera grandeza de la sencillez, y que le des la mentalidad abierta de los que han adquirido verdadera sabiduría, y la debilidad que proporciona la auténtica fuerza.

Entonces podré afirmar en voz baja: “No he vivido en vano”

General Douglas MacArthur